"Sólo han matado a cuatro personas, sigan adelante", nos grita un joven en medio de Bamenda cuando estamos a punto de detenernos porque hay un charco de sangre en la carretera y se está formando lentamente una multitud. "Tal vez sea sólo sangre de animal. Todavía estamos investigando", dice un soldado cercano con displicencia. "Estamos molestos con el ejército. Nos dan mucha rabia", dice un joven mototaxista.
Vivir y trabajar en un entorno así es traumático. A veces los horrores de la guerra son desmotivadores y te impiden alcanzar todo tu potencial. Ayudar a otros a superar el trauma de la guerra siendo uno mismo una víctima ha sido uno de los mayores retos. Sin embargo, nos las hemos arreglado haciendo un esfuerzo consciente para mantenernos positivos, no perder la confianza, rezar y confiar en Dios; con la esperanza de que, a pesar de los desafíos actuales, haya días mejores y pacíficos en el futuro.
Además, hay otros consejos útiles para sobrellevar el trauma continuo de la guerra:
- Habla de ello. Al hablar de ello con otras personas, puedes aliviar el estrés y descubrir que los demás comparten tus sentimientos.
- Mucho descanso y ejercicio
- Limitar el contacto con las imágenes de la guerra.
- Hacer algo positivo, por ejemplo, ayudar a los necesitados y desplazados. Dar esperanza a alguien y poner una sonrisa en su cara te hace creer que hay esperanza y que la comunidad rota puede volver a estar completa
- Pide ayuda cuando te sientas abrumado. Pedir ayuda no es un signo de debilidad. Habla con un familiar, amigo, consejero o pastor de confianza.
En medio del caos y de un futuro incierto, sigo creyendo que la paz es posible y que se avecinan días mejores. La paz es el camino que tomamos para lograr el crecimiento y la prosperidad de una sociedad. Si no tenemos paz y no tratamos de vivir en armonía, será imposible conseguir fuerza política, estabilidad económica y crecimiento cultural.
La guerra no puede lograr lo que la paz sí.