Simone Dollinger y Angel Román trabajan en la organización asociada UBL en Costa Rica. Junto con otras organizaciones eclesiásticas, las organizaciones socias de Mission 21 han respondido a la situación actual y están apoyando a las personas necesitadas, especialmente a los refugiados, que a menudo trabajan en el sector informal y lo están pasando especialmente mal durante la pandemia de Corona. Como nota positiva, a pesar del aprendizaje electrónico, o quizás debido a él, se han matriculado en los cursos de teología de la UBL una media del doble de estudiantes que antes de la pandemia.
Mantener el optimismo y la creatividad
El distanciamiento físico tampoco es siempre fácil en el ámbito privado, sobre todo porque la hija Alma echa de menos jugar con otros niños. Ir de compras tampoco es fácil y requiere mucho tiempo y paciencia. Desde hace meses, las mascarillas son obligatorias en todos los espacios interiores de Costa Rica, excepto en casa o en los restaurantes. Se permiten reuniones de hasta seis personas. La familia Dollinger sigue siendo creativa y trata de mantenerse confiada y positiva: "El movimiento también es importante, por supuesto, y cuando no llueve a cántaros, se nos ocurren juegos de pelota, competiciones o juegos de habilidad, o bailamos en el piso al ritmo de la música...".
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