Dorina Waldmeyer
Oficial de programas de Sudán del Sur
Tel.: +41 (0)61 260 22 58
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Número de proyecto: 179.1029
Sudán del Sur, el país más joven del mundo, se enfrenta actualmente a una serie de graves crisis políticas, económicas y humanitarias. Desde 2013, el país sufre una guerra civil que ha provocado numerosas muertes, desplazamientos y un agravamiento de la emergencia humanitaria. A pesar de un acuerdo de paz firmado en 2018, continúan la violencia y las violaciones de derechos humanos por parte de diversos grupos armados.
El estallido del conflicto en el vecino Sudán en abril de 2023 ha provocado nuevas migraciones de refugiados a Sudán del Sur, agravando aún más los problemas humanitarios existentes. Sudán del Sur es también uno de los países con las tasas de inflación más altas del mundo y más de 7 millones de personas se ven afectadas por la inseguridad alimentaria. La población de Sudán del Sur también se enfrenta a condiciones meteorológicas extremas. Grandes zonas del país se ven afectadas por inundaciones que, junto con periodos de sequía, perjudican aún más la ya frágil producción de alimentos. Más de la mitad de la población padece hambre aguda y muchas personas no tienen acceso a servicios básicos como atención sanitaria, agua potable o saneamiento.
La actual crisis de seguridad en Sudán del Sur ha agravado aún más la situación humanitaria y está suponiendo una amenaza cada vez mayor para la población civil. El recrudecimiento del conflicto, las violaciones de los derechos humanos y los ataques selectivos con tintes políticos contra determinados grupos de población han obligado a muchas familias a huir. La comunidad Nuer está especialmente afectada. El acceso a alimentos, agua potable y atención médica sigue siendo inadecuado para muchas personas, mientras que el actual brote de cólera agrava aún más la crisis sanitaria. En esta situación crítica, se necesitan medidas urgentes para proporcionar a los afectados ayuda vital, garantizar su seguridad y promover medidas de resiliencia a largo plazo.
Desde finales de marzo de 2025, la oficina de coordinación en Juba está temporalmente cerrada por motivos de seguridad. Nuestra oficina, que se encuentra cerca del palacio presidencial -lugar donde comenzaron los primeros enfrentamientos militares en 2016-, sigue cada hora la escalada de la situación. Estos combates forman parte de la larga guerra civil en Sudán del Sur, basada en profundas tensiones políticas y étnicas. El tratado de paz de 2018 se ha roto varias veces: En nombre del presidente Salva Kiir, las tropas ugandesas están llevando a cabo ataques aéreos selectivos en regiones de importancia estratégica como Alto Nilo (Nasir, Ulang y Akobo). Al mismo tiempo, líderes de la oposición como Riek Machar y su esposa se encuentran bajo arresto domiciliario y otros ministros de la oposición están encarcelados. La delincuencia también ha aumentado en Juba.
Estas acciones militares y la represión, expresión de una lucha interna por el poder entre las fuerzas leales al gobierno y los grupos de la oposición, han hecho que la región del Alto Nilo deje de considerarse segura y que estallen conflictos en diversas zonas. La inseguridad también va en aumento en Juba, sobre todo porque muchos de nuestros socios de la comunidad nuer se quedan en casa, se esconden o huyen a países vecinos por miedo a represalias.
A pesar de la tensa situación de seguridad, nuestros socios se esfuerzan por llevar a cabo los proyectos como de costumbre. Sin embargo, la situación en Muhabba es aún más difícil debido a la guerra en Sudán. Allí han ingresado aún más niños y se necesita urgentemente cada céntimo para alimentos y artículos no alimentarios. Además, un brote de cólera, también en Juba, ha agravado aún más las ya difíciles condiciones desde el año pasado.
La situación humanitaria en Sudán del Sur requiere medidas integrales para garantizar la supervivencia de los grupos de población directamente afectados por las catástrofes y los conflictos violentos. Gracias a las medidas coordinadas de ayuda de emergencia, se cubren las necesidades básicas de los afectados y se crean perspectivas a largo plazo.
Se ayuda a las personas afectadas por catástrofes a reconstruir sus medios de subsistencia. Los programas de formación profesional específicos dan a los refugiados la oportunidad de ganarse la vida por sí mismos y llevar una vida autodeterminada. Además, a las personas traumatizadas se les ofrece apoyo psicosocial para que puedan asimilar lo que han vivido. Las medidas preventivas específicas reducen la vulnerabilidad de las comunidades locales y les permiten responder eficazmente a las crisis mediante medidas organizadas. Además, se entablan diálogos para iniciar el proceso de paz. Estos diálogos reúnen a las partes en conflicto para resolver los problemas pacíficamente.
Ayuda humanitaria de emergencia inmediata:
El objetivo de estas medidas no es sólo garantizar la supervivencia inmediata de los afectados, sino también reforzar su resiliencia e independencia a largo plazo para prepararlos de la mejor manera posible ante futuras crisis.
La ayuda humanitaria se dirige a todas las personas directamente afectadas por catástrofes y conflictos violentos, independientemente de su afiliación religiosa, étnica o política.
Más de 900.000 personas afectadas por las inundaciones
Más de 420.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares
3 millones de personas corren peligro de inanición
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